lunes, 21 de mayo de 2007

OTOÑO. Las Cuatro Estaciones.Parte 4




SE DESPLAZAN LAS PAREDES Y LOS MUEBLES. ELLOS DOS PERMANECEN DE PIE, SOLOS UNO Y OTRO, MIRANDO EL CIELO. SOPLA VIENTO. LA LUZ CAMBIA Y DE LA PENUMBRA DEL CREPUSCULO SE PASA A LA NOCHE. ES UNA NOCHE BRILLANTE, DIAFANA Y FRESCA, LLENA DE ESTRELLAS.
BEATRIZ: En que estás pensando?
ADAN: Me creerías si te dijese que mi mente era un vacío?
BEATRIZ: Si tú lo dices. PAUSA. Lo es? PAUSA. Es que esas estrellas solo inspiran vacío? PAUSA. Por que no amaste a tu mujer?
ADAN: Por que tú no amaste a tú marido?
BEATRIZ: Por que? No hay razones. Un día miras sencillamente a otra persona y comprendes que no la amas. Sin odio, sin rabia...
ADAN: Tan solo el sentimiento de culpabilidad por ser incapaz de sentir lo que se espera y necesita que sientas.
BEATRIZ: Pero la culpabilidad requiere una razón, no es así, Adán?
ADAN: Y tú, por lo tanto, te pones a buscar razones; y descubres que todas las cosas que antes te irritaban solamente, nada más que eso, nada más que irritarte, las magníficas y conviertes en imponentes excusas del odio. Sabes una cosa? No se me ocurre nada que yo haya hecho y de la cual no me sintiese culpable o arrepentido. Cuando por primera vez amé a una muchacha, yo tenía doce años de edad. Era una chica de cara rosada y mejillas que se agrandaban al sonreír, y que se creía fea. No pude convencerla de que no lo era. Ahuecaba los labios y se protegía tras de unos grandes y sabios ojos redondos, como dando a entender que antes de que el amor llegase sabía que el amor era un sueño imposible. La cortejé durante cuatro años, hasta que finalmente hubo un momento en que se abandonó confiada en mis brazos; y en aquel momento, en aquel preciso instante, yo la traicioné. Ocurrió en un campo de un valle, cerca de uno de los bosques mas grandes que yo había visto. Fuimos todos los veranos durante cuatro años, apenas un grupo de amigos. Y en aquel último verano vino una chica que me miró de pronto y decidió...Cuales fueron sus palabras exactas? Me lo contó después...Desde el primer momento había decidido que “debía ser yo”. Debía ser yo! Que mujer en cierne era! Lengua como un látigo. Voluntad como la de una roca enorme; e inteligencia aguda cual la de un halcón asustado. Y yo estaba destinado a llevar eternamente en mí sus cicatrices. Porque mientras cortejé a mi novia de la niñez esta adulta en miniatura tejía su propia y sutil red con una precisión terrible, terrible. Y la última noche ella, mi novia de ojos desmesuradamente abiertos, y yo, por fin, al cabo de cuatro años, logramos no sé como, encontrar esa especie de cansancio que
nos dio la confianza de uno en los brazos del otro. Yo había ganado. La tuve allí echada, entre amigos y el olor de la lona húmeda; realmente no estaba en mis brazos, sino sobre mis brazos y yo creo que le besé una mejilla una vez, o tal vez dos veces, y nada más, y entonces cayó dormida. Y siguió recostada en mi brazo; otra manos se alargó buscándome y...yo la tomé. Estoy tirado aquí, bajo estas estrellas, y pienso en el campo y recuerdo aquel campo y sé, con la misma certeza con que sé que hay una nube sobre aquella luna, que aquel terrible acto de traición lo he pagado y ha estropeado mi única vida, la de una vez, con todos los actos y decisiones que he hecho y he tomado en el mundo. Eso es lo que estoy pensando. Sabes una cosa? Cierta vez un amigo y yo atravesamos corriendo tres campos y subimos a una montaña para contemplar la puesta del sol. Sin detenernos en todo el camino, imagínate...corrí como loco, para llegar a tiempo y ver el sol que se ponía en una colina de Cotswold. Que dificil es creer que alguna vez fuimos felices! PAUSA LARGA.
BEATRIZ: Callas ahora? Estás callado ahora? Pobre Adán, que bien conozco esa necesidad de guardar silencio! No quieres decirme que puedo hacer? No lo dirás siquiera en dos palabras, en una sola? Como por ejemplo, “tócame”, “bésame”, o “vete”? Pero yo no quiero irme. Quiero sobrellevar mi infortunio. De pronto deseo tomarte en los brazos y darte todo el consuelo. De pronto quiero protegerte. Que puedo hacer? No quieres darme una orden, como hacías antes? Mandarme. Soy tu amante, no sabes que me puedes usar como quieras? Ignoras que posees ese poder? Careces de la fuerza necesaria para usarme, no es verdad? Y que tampoco posees la voluntad necesaria, la más pequeña voluntad del mundo? Tal vez haya algún otro sitio adonde pueda llevarte. Tal vez debamos encontrar otra casa; la comarca está llena de casas abandonadas. No sería curioso? Podríamos pasar el resto de nuestras vidas yendo de casa en casa, redecorándolas todas ellas; en una yo te reviviría hasta consumir todas mis energías y en la siguiente me revivirías tú y así continuaríamos. Pero en realidad jamás nos recuperaremos, verdad? Realmente, no. Sabes que día es hoy? Casi me olvido. No lo recuerdas? Es el día de Guy Fawkes. Hemos comprado fuegos artificiales. Lo habías olvidado, no es cierto? Fuegos artificiales, Adán. MIRA EN TORNO, ANHELANDO ENCONTRAR ALGO QUE REANIME EL ESPIRITU DE ADAN. ADVIERTE EL “ARBOL”, CORRE HACIA EL Y LO TRAE AL CENTRO DE LA ESCENA. LUEGO QUITA LAS RAMAS Y LAS METE POR AGUJEROS DEL CAÑO DE DESAGÜE PARA FORMAR CON ELLOS LOS BRAZOS DE UN MUÑECO, UN GUY FAWKES. DEPRIMIDO, ADAN PUEDE APENAS REACCIONAR Y SE CONCRETA A PENETRAR EN LA CASA, PARA VOLVER DE ELLA CON SACO, ECHARPE Y SOMBRERO. AMBOS VISTEN AL “MUÑECO”. Lo armo?
ADAN: No. Yo lo armaré. Quédate ahí. Mira la luna o cuenta las estrellas, pero quédate ahí.
BEATRIZ MIRA COMO SE ALEJA DESALENTADO. YA NO HAY NADA MAS QUE PUEDAN HACER EL UNO POR EL OTRO. ELLA SE VUELVE HACIA EL MUÑECO, EN EL QUE AHORA VE UN ESPANTAPAJAROS.
BEATRIZ: Criaturas, cadáveres, espantapájaros...No podéis responder tampoco, verdad? Yo os puedo hablar, florecer por vosotros y desgarrarme, pero sería igual. La paja que tenéis dentro se quemaría, se quemaría y luego...nada. Cenizas muertas de nada, de nada, de nada. Paz majestad y gran coraje? Dios mío! Tú los conviertes en imágenes de paño insensible, no de arcilla, y nos das una pasión que se consume en el aire, en el aire de la noche fría.
EXPLOTÓ EL PRIMER COHETE. UN ESTAMPIDO DISTANTE, UN ECO SUAVE DE LUZ...COMO UNA BATALLA QUE SE AVECINA. VUELVE ADAN.
ADAN: Bum! Ya estallan. Como los fuegos artificiales, no es así? Bum! Ahí va el segundo. Fueron mis hijos. Bum! Lindos, no es verdad que lo son? Permite que te enseñe un retrato de uno de mis hijos. Sabes que a ninguna otra persona hasta ahora he enseñado un retrato de mis hijos? Lo creerías? No te sentirás turbada ante las fotografías, no es cierto? Ya está, fíjate en esa sonrisita. Fíjate en la forma en que dobla los brazos. Desafiantes! Ese es él. Obstinado y desafiante, dominador. Rey en un reino de niños y ese reino es todo trenes de juguete y problemas. ADAN IMITA LA POSE DEL NIÑO DEL RETRATO. LOS FUEGOS ARTIFICIALES SIGUEN EN DISTANTES ESTAMPIDOS INTERMITENTES Y REVERBEROS.
BEATRIZ: Si, se te parece. En que está pegado? En una tarjeta de Navidad? De tu hijo?
ADAN: Es una postal de Navidad de un niño.
BEATRIZ: En realidad envió una postal de Navidad que lleva el retrato de su hijo. Que mal gusto! Me avergüenzas.
ADAN: La mandé porque es una buena foto de un niño, no porque fuese hijo mío.
BEATRIZ: Como los politicos que procuran granjearse las simpatías del público. Tú tienes los hijos como bienes poseídos, verdad? Lo enseñaste a tu querida? Cada vez que le hacías el amor? Se lo enseñaste? Lo sacabas y suspirabas mirándolo, para que ella viese lo culpable que te sentías? Le hablabas de tu esposa en la cama? Decías lo buena que en realidad era ella? Hacías eso? Le contestaste a las demás queridas la historia de la muchacha del campo? La contaste? Si? LA CONTASTE?
ADAN: Te sientes poseída, no? Se mueve algo en tu interior que no puedes dominar? Puedes oírte? No te escuchas alguna vez? No te sientes jamás avergonzada? Lo mismo, siempre los mismos lamentos, lamentablemente siempre iguales. Toda mi vida he buscado una mujer que tuviese ese toque mágico. Cuyas palabras no saliesen arrastradas de esa decrépita caja de trucos de prestidigitador.
BEATRIZ: Una tarjeta de Navidad con el retrato de tu hijo!
ADAN: Ni siquiera has oído. No has oído ni una sola palabra. No puedes oír ni entender que no estás oyendo.
BEATRIZ: Creo que te entiendo ahora. Vuelve junto a tu mujer, a tu casa, ella te perdonará. Aquí no tienes nada más que hacer.
ADAN: Jamás osaste tener un hijo, verdad?
BEATRIZ: Ningún hombre dotado de sensibilidad hubiera dicho eso.
ADAN: Tú dictas las leyes sobre la marcha.
BEATRIZ: Mi “águila de oro”! Su hijo en una postal de Navidad!
ADAN: Que traicionera, ruda y destructora eres!
BEATRIZ: Insúltame todo lo que quieras. Soy indiferente a tus desprecios.
ADAN: No era amor lo que necesitabas? Era? No te creo capaz de amar. Eh? Capaz de amar? Eres capaz de verdadero amor?
BEATRIZ: Si.
ADAN: Realmente capaz?
BEATRIZ: Si, si.
ADAN: Eres?
BEATRIZ: Si, si. Amor. Verdadero amor. PUEDO...AMAR.
ADAN: Cuanto tienes que gritar para decirlo!
BEATRIZ: Puedo...amar. He...amado y mira lo que vuelve...el olor de la culpabilidad, el olor patético de la culpabilidad. Puedo...amar. Sin embargo, no a ti. Mírate. Rígido de terror, miedo, duro de miedo. Tenso a causa del miedo. Tenso. Tenso, tenso, tenso.
ADAN: Haces los sonidos. Sé que haces los sonidos y los gestos del amor. Pero los sentimientos? Nada de eso.
BEATRIZ: Querido mío, tú no eres el más indicado para hablar de sentimientos, sabes? No eres exactamente el más indicado, el hombre más fiel. Ah! Aquellas noches en el campo con...que era?...El olor de la lona húmeda.
ADAN: Nada, nada se te puede confiar.
BEATRIZ: No creas haberme confiado algo que yo no pudiera ver. O piensas que alguna vez me sentí transportada por tu pasión de muñeco de cera?
ADAN: Te di lo que para mí era precioso. Lo que necesitabas te di y era precioso para mí.
BEATRIZ: Tú? Nunca fuiste tan grande como para darme lo que yo necesitaba. Pero sobreviviré.
ADAN: Verdad que si? Justamente...
BEATRIZ: Tú no sobrevivirás. Ni ellos ni tú, porque yo tengo más coraje, y soy más apasionada que ustedes tres juntos. Sobreviviré.
ADAN: Oyéndote, pareces ella. Insistía tanto en su capacidad de supervivencia que la última vez
que fui a verla puso en el fonógrafo un disco de la quinta sinfonía de Beethoven.
BEATRIZ: Ja! Hasta el último momento eres cruel. No sientes nada.
ADAN: Tan grande ha sido mi sorpresa que nada siento.
BEATRIZ: Yo te lo previne. Te pedí que te fueras de aquí, no es verdad?
ADAN: Esa es la razón?
BEATRIZ: Yo te lo advertí. Ustedes no eran suficientemente grandes.
ADAN: Esa es la razón.
BEATRIZ: Ahora vete a tu casa.
ADAN: Yo no escapé contigo.
BEATRIZ: Tú no podrías conservar una querida. Deja ésta. Vete a tu casa.
ADAN: Te devoraba la impaciencia por llevar de vuelta los despojos.
BEATRIZ: BURLONA. Ves cosas que quieres que ella vea, revuelves en tu cerebro pensamientos que quieres que ella comparta. Vuélvete.
ADAN: Fallaste a dos hombres y ahora necesitas demostrar que la culpa no fué tuya.
BEATRIZ: A quien no se le puede confiar nada, a quien?
ADAN: Oh! Tú eres ahora la que adopta una actitud severa ante las traiciones, verdad?
BEATRIZ: Eres un pedacito de hombre. Como tienes la osadía de arrojarme de vuelta lo que yo te confié?
ADAN: Haces que aflore la suciedad que hay en mí.
BEATRIZ: Ve a tu casa a buscar tus consuelos.
ADAN: Me oprimes.
BEATRIZ: A tu mujer, a tu casa.
ADAN: Secas el aire que me rodea.
BEATRIZ: A tus mocosos sonrientes...ve, ve. ADAN LA ABOFETEA. Te atreves a levantarme las manos? Te atreves? ELLA LEVANTA SUS MANOS PARA ATAJARLO, PERO EL LA SUJETA.
ADAN: Nada te toca. Tú devoras, devoras, devoras, DEVORAS! LA SUELTA.
BEATRIZ: Te desprecio. Vuelve a tu casa. VUELVEN LAS PAREDES, Y LOS MUEBLES TAMBIEN. PASAN LOS DÍAS, HASTA LAS SEMANAS. ADAN ESTA AHORA, MIRANDO DE FRENTE AL ESPANTAPAJAROS. BEATRIZ SE ARRASTRA HASTA UN RINCON, RETRAYENDOSE UNA VEZ MAS EN LA ANGUSTIA Y LAS LAGRIMAS.
ADAN: Criaturas, cadáveres, espantapajaros...No me replicas, verdad? Confieso mis temores y te sumes en el silencio, un silencio tan tranquilizador. Me aceptarás tal como soy, no es así? Todos nos conocemos, verdad? A quien hace falta que se le diga algo? Oh, mi buen y viejo amigo! Lo único es que cuando yo te doy mi amor, tú no lo devuelves, y eso es lo terrible. Solo un ser humano puede devolverlo y el precio que pagas es la ventaja que ellos obtienen. Eso es lo terrible.
BEATRIZ: En ti vi a Dios.
ADAN: Yo vi en mí lo que tú necesitabas ver. BEATRIZ ESTA LLORANDO. Lloras por ti misma.
BEATRIZ: Lloro por ti.
ADAN: Por tu propia congoja.
BEATRIZ: Por ti, por ti. Lloro por ti.
ADAN: Yo no creo en ti ni en tu llanto.
BEATRIZ: No has podido ver que a sacudones te aparté del miedo?
ADAN: No pudiste ver que yo retrocedía del miedo?
BEATRIZ: No sé que decir.
ADAN: Sabes todo lo que dices, lo sabes demasiado bien, lo sabes todo.
BEATRIZ: Me expuse. Era necesario que te enseñe cosas tan sencillas? Soy vulnerable y estoy asustada.
ADAN: Asustada? Tú?
BEATRIZ: Ayúdame.
ADAN: No puedo.
BEATRIZ: Yo te doy la mano. Ayúdame.
ADAN: No puedo.
BEATRIZ: Hagamos las paces como niños. Hagamos alguna tontería. Trepa a un árbol conmigo. Mira la luna junto a mí. Como niños, hagamos las paces.
ADAN: Si yo pudiera! Que bien sabes tentarme! No es cierto? Como niños, hagamos las paces... Ojalá pudiese!
BEATRIZ: Como niños, Adán, un pacto como si fuésemos niños.
ADAN: Y, en otro momento, sería como si no hubiese existido ningún pacto, y tú escupirías, escupirías y volverías a escupir, y entonces pedirías que te consolase, nuevamente escupirías y yo sería lanzado desde la mano derecha de tu pasión a la mano izquierda de tu ponzoña y no puedo, no puedo, no puedo.
BEATRIZ: Ayúdame.
ADAN: No puedo.
BEATRIZ AHORA PROFIERE UN QUEJIDO ATERRADOR QUE EMPIEZA COMO UN GEMIDO DE DESESPERACION, PERO SUBE DE VOLUMEN Y SE CONVIERTE EN GRITO DE IRA, CASI COMO SI A MITAD DEL GEMIDO SE DIESE CUENTA DE QUE NO SURTIRA EFECTO Y SU SUPLICA SERA VANA. EL GRITO TERMINA BRUSCAMENTE. LOS DOS COMPRENDEN QUE HA TERMINADO EL AÑO. BEATRIZ SE DIRIGE A LA COMODA Y CON TODO ESMERO SACA LA ROPA PARA DOBLARLA Y TENERLA LISTA PARA HACER EL EQUIPAJE. SE CALMA ES FRIA.
BEATRIZ: Debes saber que entre nosotros no hubo realmente nada, no es así?
ADAN: No hubo?
BEATRIZ: Ni siquiera fuimos en realidad amigos verdaderos, no es así?
ADAN: No?
BEATRIZ: Mi marido me decía siempre que yo esperaba demasiado de la gente.
ADAN: Que más?
BEATRIZ: Que más queda por decirse? Nada ocurrió. Todo fue una ficción. Un sueño infantil. Yo misma me sorprendo de esos sueños pueriles. Nada, nada en absoluto, nada ha sucedido.
ADAN: Por supuesto que no. Fué una tontería, no es verdad? Siempre es tonto tratar de conocer a más de una persona. Conocer más de una persona es traicionarlas.
BEATRIZ: Por el contrario. Conocer a una sola persona es traicionar al mundo.
ADAN: Ah, si! Al mundo.
BEATRIZ: Nunca podrás ser una isla, sabes?
ADAN: Oh! Tú crees que cuando se cumpla el milenario habrá amantes que se hastíen de sus amigas tristes, o esposas que lloren al ver sus lechos vacíos? Aún cuando se edifique Jerusalén, los amigos se apartarán y las madres llorarán el envejecimiento de sus hijos. Quieres que sienta dolor por hijos que mueren de hambre? Yo siento dolor por ellos. Quieres que proteste contra las guerras que siguen en las montañas? Yo protesto. Pero el corazón tiene sus dolores privados. Debes permitir que el corazón tenga sus dolores privados. Ni siquiera todas las grandes causas buenas de este mundo pueden impedir que llore un amor que pasa. PAUSA LARGA. Beatriz, que es lo que más recuerdas de él?
BEATRIZ: Que recuerdo? Un largo paseo en coche hacia el campo otoñal, eso es lo que recuerdo. La sorpresa compartida al ver que los árboles y los campos podían arder con tales colores. El tremendo resplandor de los setos moribundos, las hojas quemadas, el descubrimiento de estas cosas. Recuerdo los complots contra la indiferencia, la facilidad con que penetrábamos nuestros mutuos pensamientos en nuestras luchas con el mundo, el lenguaje que nos inculcábamos. Recuerdo los largos paseos en las noches largas, la gratitud por la presencia de él, mi sensación de impotencia. Y recuerdo que cuando mi padre murió en un país lejano, yo no fui a su lado porque quería estar con EL. Y mi padre murió solo...Yo era su hija predilecta. Recuerdo estas cosas. Y tú? Cuéntame que cosas hermosas recuerdas de ella.
ADAN: Momentos de música, silencio y adoración. La atención de sus ojos. Recuerdo la devoción de sus miembros y el cuidado que ponía en cuanto hacía por mí, desde la manera tierna de atar el paquete de un regalo a la íntima preparación de una comida. Recuerdo mi crueldad y recuerdo la crueldad de ella. Estas cosas. Recuerdo que no tuvimos miedo de bailar aún cuando no sabíamos, de decir que ignorábamos cosas que debimos conocer o admitir cada pequeño pecado cometido por uno de nosotros contra el otro. Recuerdo que no teníamos miedo de reír histéricamente, de jugar con niños ni de envejecer. Recuerdo que no sentíamos temor. Recuerdo a mi padre moribundo, cuya cabeza sostenía yo en mis manos mientras decía llorando: “Sigue respirando, sigue respirando, vamos, no te des por vencido, José; no pares, José”. Y mi madre, a través de sus lágrimas, decía: “Crees que te escuchará?” Sonreía, y los dos sollozábamos y yo quería pasar continuamente mis manos sobre sus ojos, sus mejillas y su cabello. Recuerdo estas cosas. Porque momentos como esos me recuerdan que el tiempo pasa y el paso del tiempo me hace pensar en la tristeza, el derroche, el descuido y el sufrimiento. Y en el fondo de mi corazón sé que todos aquellos preciosos momentos de la juventud no volverán. Recuerdo esas cosas, y en tal virtud soy más bondadoso, me resulta más fácil perdonar y ser perdonado. Estas cosas, Beatriz, estas cosas son las que recuerdo y sé, tal como tú sabes, y por esa misma razón serás más buena.
BEATRIZ: Creo haber contraído una nueva enfermedad. Me siento fría.
ADAN: Fría?
BEATRIZ: Si, es frío, verdad? Debemos tratar de abrigaros? Aquellas hojas muertas que tú barriste esta mañana...Haré una fogata con ellas. ADAN HACE MUTIS RAPIDO Y VUELVE CON UNA GRAN CANTIDAD DE HOJAS EN LOS BRAZOS, LAS CUALES TIRA EN EL FUEGO.
BEATRIZ: No sé por que debo sentir tanto frío.
ADAN: Pronto sentirás calor. TRATA DE HACER QUE ARDAN LAS HOJAS. SOLO CHISPORROTEAN. Están húmedas.
BEATRIZ: Hojas de otoño. Muertas. Que esperabas? ADAN SOPLA INTENSAMENTE PARA AVIVAR EL FUEGO Y QUE HAGA LLAMA.
ADAN: Arded, maldición, arded! NO QUIEREN ENCENDERSE. ADAN OBSERVA EL HUMO ESCASO. BEATRIZ SE REPLIEGA, SE REPLIEGA, Y SE REPLIEGA METICULOSAMENTE...

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