sábado, 5 de mayo de 2007

El hombre de la bolsa


Inspirada por LUNA...mi mente evocó recuerdos de mi pueblo natal. Pueblo que alojó mi alma por tres breves años, los primeros de mi incipiente vida, y que luego regresaría cada vez que las oportunidades me favorecieran.
Mercedes, la guardo en un lugar especial, pueblo que alojó a mis abuelos, a mis tíos, a mis primos, a mi familia materna. Cuna mía, tesoro de recuerdos hermosos.
Mercedes en silencio, la recuerdo así. Siestas interminables, que de chica odiaba, pero que hoy recuerdo con sonrisas. El hombre de la bolsa, en esas tardes polvorientas y amarronadas que tiene mi pueblo, decían que si asomaba las narices ,me llevaría...
Esa leyenda pueblerina con las que viví y crecí. Y que solo las podía experimentar ahí, no en mi porteña Buenos aires. Ahora, que recuerdo, era parte de la misma visita, tenerle miedo, y no me planteaba, abuela porque solamente acá esta ese hombre bestia montruo y además malo, lo aceptaba sumisamente y no salíamos. Tal vez la unica rebelión era no dormir, acostarme en una cama calurosa y contar las manchas de humedad del techo, entre risas reprimidas, y contar las campanadas de la iglesia San Patricio, que con sones cada 15 minutos me anunciaba que faltaba menos para de ese suplicio ritualoide que era la siesta.
En contrapartida , en mi casa jamás mi mamá me obligaba a dormir, pero ahí yo aceptaba sin discutir las reglas impuestas de esa casa de los abuelos. Hoy pienso con que cara me mirarían mis hijos si les sugiriera la existencia de ese hombre de la bolsa...cuantas cosas se perdieron : la inocencia de creer en monstruos ( que falta hace para eso están los noticieros). Todo ese aura de inocencia, de creer en hadas y princesas. Toda esa inocencia despojada de tecnología, manchas , escondidas, guerras de bombitas de agua, salir a la vereda a jugar.
Hoy jamás permitiría que mis hijos jugáran en la calle, existen los secuestros, hoy mis hijos no van libremente a dormir a lo de un vecino, porque me bombardean con abusos, hoy no se juega si no es dentro de límites, no hay campos abiertos, no hay pasto, no hay barro .
Hoy estamos todos contenidos, bien guardados, pero faltos de libertad...y el hombre de la bolsa que en su momento era un obligado de siestas que yo debía dormir , ha muerto y ha dejado paso a un sinfín de miedos y acechanzas mucho más terribles y peligrosos.

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